El debate sobre el calentamiento global no es acerca de las temperaturas y los niveles de CO2. Es una guerra ideológica entre los que quieren cambiarnos a nosotros (y no al clima) y los que creemos en la libertad, los mercados, en el ingenio humano y en el progreso técnico. Los abogados del alarmismo climático piden una expansión sin precedentes de la intervención del Estado en nuestras vidas. Estamos siendo obligados a aceptar reglas acerca de cómo vivir, qué hacer, cómo comportarnos, qué consumir, qué comer, cómo viajar. Es inaceptable.
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